miércoles, 17 de marzo de 2010

Mirar para otro lado



Hay veces que te mienten, lo sabes, esa persona sabe que te has dado cuenta y sin embargo miras hacia otro lado. ¿Hasta cuando se puede mirar hacia otro lado?

Hoy mis divagaciones me llevan a sitios poco amables, a pensar en si merece de verdad la pena estar siempre mirando hacia otro lado. Soy una firme creyente de que la verdad es lo mejor y que la confianza se fundamenta en la sinceridad. Si se falta a la sinceridad se pierde la confianza y aunque hay tiempo de ser sinceros en otro momento, será demasiado tarde para reparar la confianza.

Mi confianza se perdió hace ya tiempo, cuando un tema afloró y se falto a la verdad de forma continuada. Era uno de esos temas que son como elefantes, notorios, no se pueden ignorar pero si haces un esfuerzo seguro que puedes mirar hacia algún lado donde no veas nada de ese elefante. durante un tiempo yo misma falté a mis principios, ignoré al elefante hasta que ya no pude hacerlo más.

Hubo quien insistió en negar que ese elefante está ahí, de hecho parece como que sea un elefante imaginario. La verdad es que mi imaginación tiene unos límites muy amplios y durante un tiempo pensé que yo también podía convencerme de que había imaginado al paquidermo. Pero llegó un momento en el que el elefante se negó a ser ignorado, y teniendo en cuenta el volumen del animalito no pude hacer otra cosa que dejar de mirar para otro lado. Dolía demasiado solo el admitir que sabía que estaba ahí y seguí ignorando al elefante. Parece que se escondió el solito, o que quizás alguien lo adormeció porque durante un tiempo pude mirar a mi alrededor y no sentir su presencia.

Ahora, al elefante lo han vuelto a despertar, pero creo que tengo fuerzas para mirar para él. Por eso, no se si debería seguir ignorándolo. Puede parecer que ignorarlo es lo más fácil, lo menos doloroso, símplemente se trata de disimular. Durante mucho tiempo no he mencionado al elefante. Así nadie ha tenido la tentación de decir que no está ahí, no me han mentido para ocultármelo, simplemente lo he rodeado como he podido y así quien quería esconderlo no ha necesitado mentir. Sin embargo ignorar al elefante es una pequeña agonía aunque no es algo exagerado y es soportable, no quiero seguir haciéndolo siempre. Porque ya me duele el cuello de mirar hacia otro lado.