miércoles, 20 de enero de 2010

Días improductivos

Esta entrada la empecé ayer, empezando a lamentarme sin muchas ganas de un día improductivo. Pero hoy ha resultado ser un día igual o más improductivo que ayer. He terminado después de dos días agotada y habiendo estudiado un tiempo tendiente a cero. Ahora mientras Buenafuente hace su discurso molesto a mi hermana con el tac, tac, tac del teclado del portátil solo para colgar un artículo tontuno.

Los días en los que pienso que voy a hacer muchas cosas los empiezo con ganas y con una poca de ilusión también. Ayer fue un día de esos, me levanté como pude (como siempre) y pensé que si el día se me daba bien volvería a casa cansada pero satisfecha después de un día trabajado. Después de pasar toda la mañana cacharreando con mi proyecto del máster no conseguí avanzar casi nada. De hecho podría decir que incluso retrocedí la mitad del pequeño pasito que había avanzado el viernes.

El único tiempo que considero no desperdiciado fue el que pasé en la piscina nadando durante la tarde-noche. Aunque si me pongo a ponerle pegas a todo podría ponerle también pegas a la tarde en la piscina. Pero si me sigo quejando de ir a la piscina puede que haya personas que me manden a paseo. La verdad es que soy un coñazo y debería limitarme a quejarme aquí y no torturar a quienes me sufren a diario. Por eso la tarde fue el único ratito del día que sinceramente disfruté.

Algo parecido me ha vuelto a pasar hoy con las clases. Después de estar mañana y tarde, con un breve espacio de tiempo para comer, en clase me volví a casa con la sensación de que el tiempo que invertimos en las clases de hoy lo podríamos haber aprovechado más estudiando o en mi caso compensando el paso atrás que dio mi proyecto ayer. Dos de las horas fueron una repetición de otras diapositivas que habíamos visto ayer mismo, la vergüenza me impidió cabecear pero mi mente vagó libremente pensando en cómo me voy a tener que distribuir el tiempo lo que queda de esta semana y la siguiente para poder llegar a los exámenes con mis facultades mentales intactas.

En resumen, no se si esto es una queja realmente coherente, pero me quejo un poco (comedidamente y sin ánimo de molestar a nadie) de haber tenido dos días completamente improductivos

lunes, 11 de enero de 2010

Siberia


Viendo la hora debería haber vuelto "al cole" y estar en una clase en un aula de informática. La verdad es que ya estaba plenamente mentalizada de tener que acudir a pasar frío en una helada facultad cuando ayer sonó mi móvil. Era una compañera de clase que me confirmaba que somos más tercermundistas de lo que me temía.

Siendo una tónica general el hecho de que casi cada año un día haya que suspender las clases debido a las inclemencias del tiempo si hace dos días que no nieva, ¿por qué mi campus es una pista de patinaje de hielo? Parece ser que el resto de la ciudad está aceptable para el transporte y la vida cotidiana, pero el campus en el que se ubica mi facultad (y otras cinco facultades más, además de un super-fashion-edificio-de-servicios-de-nosequé) es Siberia.

La situación de nuestro campus es un poco peculiar, estamos colocados en un monte donde Cristo dio las tres voces. Todo el campus está en pendiente y cuando hace frío y hay un poco de hielo se ven patinazos espectaculares de los que más de una vez he sido protagonista. Como detalle adicional en algunos puntos hay escaleras de piedra pulida. Creo que he enunciado más de una vez esta pregunta, pero ¿quién es el iluminado arquitecto, diseñador o lo que sea que pone esas losetas resbaladizas? Me gustaría conocerlo para hacerlo pasear por sus propios diseños para que compruebe que durante la mayor parte del año ponen la integridad de nuestras posaderas en peligro. Por todo esto, cuando la inevitable ola de frío de todos los inviernos hace acto de presencia y resulta que no se puede echar un poco de sal en la acera la gente se da la gran galleta por las cuestas.

Por todo esto los amables señores del rectorado deciden suspender las clases y avisar con un link sin resaltar en la página de la universidad. Se habrían matado por haberle puesto un cartelito rojo que pusiese "Nuevo" o "Importante"... Entré varias veces en esa página y el link me pasó desapercibido hasta que no me aviso una compañera caritativa. ¡Qué bien el buenrollismo que reina en un nuestra clase!

En conclusión, hoy es un día como han sido los últimos de vacaciones, a medias entre trabajando un poco, distrayéndome en la red. Y eso que ayer habíamos planificado para hoy un día de trabajo, íbamos a reunirnos pronto para poner en común las dudas y los avances que habíamos hecho. Si cuando quieres trabajar y el universo se pone en contra no puedes hacer otra cosa que hacerle caso y quedarte en casa. No puedes ir en contra de la sabiduría del FEM

sábado, 9 de enero de 2010

Se me va la cabeza

Cuando me pongo a estudiar o a hacer trabajos tiendo a hacerlo con música. Estando en la facultad suelo hacerlo con el mp3, pero ahora al estar frente a mi PC con una conexión a internet estoy "colgada" de Spotify. Últimamente me ha dado por ponerme una banda sonora de jazz, hace unos días estaba con Oscar Peterson, ahora estoy con Ella. Aunque Ella no tiene la culpa de que se me haya ido la cabeza, me ha hecho recordar una cosa que siempre he querido hacer y nunca podré.

Estoy enfrascada en un trabajo que a la par de soberanamente aburrido es innecesario. En teoría no debería ser innecesario, pero tanto mi profesor como nosotros sabemos que Bolonia le da cien patadas en los higadillos y que pasa olímpicamente de calificarnos como manda el plan de estudios. Se supone que debería valorar la asistencia a clase, la participación y los trabajos a entregar, pero como solo nos ha mandado un trabajo y no nos ha puesto fecha de entrega todos sabemos por donde se va a pasar nuestro esforzado trabajito. Pues teniendo todo esto en cuenta no me queda otra que de vez en cuando dejar que mi mente vague, porque no es sano estar concentrado demasiado tiempo en una cosa tan tediosa como mi tarea.

Justamente cuando dejé a mi mente corretear por los lugares donde de apeteciera este momento coincidió con la reproducción de Blue Moon. No se si la canción propició el momento de evasión o si fue solo una casualidad de estas del cosmos. Pero en ese momento pensé que si se me concediese un deseo chorra me gustaría poder cantar. Literalmente no es que no pueda es que en realidad deberían prohibírmelo porque como decía mi padre de sí mismo "tengo muy poca voz pero muy desagradable".

Pues eso, que me gustaría ponerme un vestido largo, palabra de honor, de terciopelo granate, con unos guantes de raso negros hasta encima del codo y descalza y tendida en un piano de cola negro poder cantar How about me o Cry me a river. Es una ilusión, moñas como ninguna, pero ¡qué le voy a hacer! la imaginación es libre.