miércoles, 13 de octubre de 2010

¿Soy una farsa?

En ocasiones me siento obtusa mentalmente, no me siento capaz de hacer frente a mis responsabilidades. Hoy ha sido un día de esos en los que creo que he parecido ser completa y absolutamente estúpida.

Después de estar en dique seco desde la vuelta de vacaciones, tras haber pasado un puente del pilar bastante extraño en el que me constipé intenté volver a la acción. La verdad es que anoche tenía bastantes ganas de trabajar, tengo dos líneas a seguir y podía empezar a ponerlas en marcha al haberme llegado el material necesario. Lo tenía todo pensado una parte de la mañana la dedicaría al orden, después conseguiría el resto del material que necesitaba y por último por la tarde dejaría preparadas cosas que necesitaban "macerar" toda la noche.

Lamentablemente lo que yo pensé que me llevaría una parte de la mañana me llevó la mañana entera y después de eso no me encontraba demasiado bien. El catarro empezaba a hacer que me dejase de llegar suficiente oxígeno al cerebro y empecé a darle demasiadas vueltas a las cosas. Le empecé a dar tantas vueltas a las cosas que dejé de confiar en lo que era capaz de hacer. Empecé a pensar que si una cosa la hacía yo podría resultar un desastre, mientras que si la compraba seguro que todo me salía bien.

Teniendo en cuenta que eso pasó delante de algunos de mis compañeros y que puse sobre la mesa mi falta de confianza en mí misma, el resultado ha sido penoso. He tenido una conversación de besugos con algunos de mis superiores llegando a ninguna conclusión. Tras esta conversación creo que he dado la impresión de ser una inútil y además no he sabido contrarrestar esa opinión. En fin, supongo que tendré días mejores.

viernes, 8 de octubre de 2010

Cosagénesis explosiva


Teniendo en cuenta mi trabajo debería sentir respeto por todas las ciencias, pero la meteorología me da un poco de risa... lo siento, no lo puedo evitar.

No es la primera vez que oigo algo semejante y supongo que todos hemos escuchado hablar en las noticias de la última "tormenta perfecta" que sería el pánico de cualquier celta teniendo en cuenta que lo peor que les podía pasar era que el cielo cayese sobre sus cabezas. También hay que recordar que la última vez la tormenta esa era una ciclogénesis explosiva que iba a dejarnos a todos temblando. Con mi habitual paranoia y "preocuposidad" me alejé de mi tierrina para visitar a una amiga en la capital y dejé a mis amigos con intenciones de pasar la noche de la tormenta en una casa en un acantilado. La verdad es que pensé que había chiflado, porque el acantilado lo conozco y no es el mejor sitio para estar en caso de una tormenta de narices.

La cosa fue que no solo no hubo en mi tierrina tormenta del copón sino que el fin de semana fue estupendo y maravilloso. Mientras que en la capital se registraron caídas de árboles en el Retiro y la de mi madre de viento. Conclusión, que al final la idea del acantilado fue genial y mis amigos se lo pasaron como enanos. Yo también disfruté de mi visita a la capital, pero la que sufrió el viento fui yo y no mi tierrina.

Pues bien, ahora hay otra vez la misma historia pero con diferente nombre y apellido. De nombre se la conoce como Paula y de apellidos bombagénesis explosiva. Asumiendo mi ignorancia y recreándome en ella diré que no tengo la menor idea de la diferencia entre la bombagénesis y la ciclogénesis que es el apellido que le habían puesto a la anterior tormenta.

Lo cierto es que no confío en la ciencia de la meteorología. No lo puedo evitar, me parece que tiene más componente de adivinación y de cábala que de ciencia. No es que no confíe en las matemáticas, se que se pueden hacer modelos que predigan comportamientos, etc. pero no puedo evitar asociarlo a la psicohistoria de Hari Seldon.

Estoy expectante, ¿qué pasará esta vez, ¿caerá el cielo sobre nuestras cabezas? Veremos...

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Falta de vergüenza

En mi ignorancia empresarial no me imaginaba la falta de vergüenza que tienen algunas empresas. Supongo que así les compensará, que ganarán sus buenos dineros, sus resultados deben ser estupendos.

Desde el día de vuelta de vacaciones he sabido lo que iba a hacer durante este curso, las líneas que íbamos a seguir y los experimentos que tenía que programar. Pero para empezar necesitaba una serie de aparatos. La verdad es que no necesito nada demasiado "científico" de hecho lo que necesito entra dentro de la categoría de electrodomésticos. Se pensó en comprar estos artilugios en una cadena bien conocida de venta de electrodomésticos y electrónica. Una tienda con un nombre, una imagen corporativa roja y un lema muy reconocido.

Después de valorar los modelos y encargarlos, con la promesa de "esto estará aquí la próxima semana" se emitió una factura que se pagó y esperamos pacientemente a que los productos llegasen. Tras algo más de una semana esperando me personé en la tienda y les pregunté acerca de cómo iba lo nuestro. Me comunicaron muy "amablemente" que la información de que lo que esperábamos vendría la semana que viene era falsa. Mal empezamos... También me dijeron que para cualquier gestión tenía que hablar con alguien de administración que a esas horas no estaban

Al día siguiente me armé de paciencia y llamé hasta que conseguí que me atendiesen. Conseguí que me enviaran una parte de la mercancía comprada, se comprometieron a enviárnoslo todo el lunes (anteayer) por la mañana. Además de venir a las 16:30 de la tarde, que igual es considerado como mañana en algún lugar del mundo parte de la mercancía estaba USADA, con un aspecto lamentable, el embalaje roto la superficie rayada, las bisagras dadas de sí... Un desastre.

Por todo esto acumulé un cabreo considerable y me decidí a gritar: ¡Detesto MM con todas mis fuerzas!

miércoles, 17 de marzo de 2010

Mirar para otro lado



Hay veces que te mienten, lo sabes, esa persona sabe que te has dado cuenta y sin embargo miras hacia otro lado. ¿Hasta cuando se puede mirar hacia otro lado?

Hoy mis divagaciones me llevan a sitios poco amables, a pensar en si merece de verdad la pena estar siempre mirando hacia otro lado. Soy una firme creyente de que la verdad es lo mejor y que la confianza se fundamenta en la sinceridad. Si se falta a la sinceridad se pierde la confianza y aunque hay tiempo de ser sinceros en otro momento, será demasiado tarde para reparar la confianza.

Mi confianza se perdió hace ya tiempo, cuando un tema afloró y se falto a la verdad de forma continuada. Era uno de esos temas que son como elefantes, notorios, no se pueden ignorar pero si haces un esfuerzo seguro que puedes mirar hacia algún lado donde no veas nada de ese elefante. durante un tiempo yo misma falté a mis principios, ignoré al elefante hasta que ya no pude hacerlo más.

Hubo quien insistió en negar que ese elefante está ahí, de hecho parece como que sea un elefante imaginario. La verdad es que mi imaginación tiene unos límites muy amplios y durante un tiempo pensé que yo también podía convencerme de que había imaginado al paquidermo. Pero llegó un momento en el que el elefante se negó a ser ignorado, y teniendo en cuenta el volumen del animalito no pude hacer otra cosa que dejar de mirar para otro lado. Dolía demasiado solo el admitir que sabía que estaba ahí y seguí ignorando al elefante. Parece que se escondió el solito, o que quizás alguien lo adormeció porque durante un tiempo pude mirar a mi alrededor y no sentir su presencia.

Ahora, al elefante lo han vuelto a despertar, pero creo que tengo fuerzas para mirar para él. Por eso, no se si debería seguir ignorándolo. Puede parecer que ignorarlo es lo más fácil, lo menos doloroso, símplemente se trata de disimular. Durante mucho tiempo no he mencionado al elefante. Así nadie ha tenido la tentación de decir que no está ahí, no me han mentido para ocultármelo, simplemente lo he rodeado como he podido y así quien quería esconderlo no ha necesitado mentir. Sin embargo ignorar al elefante es una pequeña agonía aunque no es algo exagerado y es soportable, no quiero seguir haciéndolo siempre. Porque ya me duele el cuello de mirar hacia otro lado.

miércoles, 20 de enero de 2010

Días improductivos

Esta entrada la empecé ayer, empezando a lamentarme sin muchas ganas de un día improductivo. Pero hoy ha resultado ser un día igual o más improductivo que ayer. He terminado después de dos días agotada y habiendo estudiado un tiempo tendiente a cero. Ahora mientras Buenafuente hace su discurso molesto a mi hermana con el tac, tac, tac del teclado del portátil solo para colgar un artículo tontuno.

Los días en los que pienso que voy a hacer muchas cosas los empiezo con ganas y con una poca de ilusión también. Ayer fue un día de esos, me levanté como pude (como siempre) y pensé que si el día se me daba bien volvería a casa cansada pero satisfecha después de un día trabajado. Después de pasar toda la mañana cacharreando con mi proyecto del máster no conseguí avanzar casi nada. De hecho podría decir que incluso retrocedí la mitad del pequeño pasito que había avanzado el viernes.

El único tiempo que considero no desperdiciado fue el que pasé en la piscina nadando durante la tarde-noche. Aunque si me pongo a ponerle pegas a todo podría ponerle también pegas a la tarde en la piscina. Pero si me sigo quejando de ir a la piscina puede que haya personas que me manden a paseo. La verdad es que soy un coñazo y debería limitarme a quejarme aquí y no torturar a quienes me sufren a diario. Por eso la tarde fue el único ratito del día que sinceramente disfruté.

Algo parecido me ha vuelto a pasar hoy con las clases. Después de estar mañana y tarde, con un breve espacio de tiempo para comer, en clase me volví a casa con la sensación de que el tiempo que invertimos en las clases de hoy lo podríamos haber aprovechado más estudiando o en mi caso compensando el paso atrás que dio mi proyecto ayer. Dos de las horas fueron una repetición de otras diapositivas que habíamos visto ayer mismo, la vergüenza me impidió cabecear pero mi mente vagó libremente pensando en cómo me voy a tener que distribuir el tiempo lo que queda de esta semana y la siguiente para poder llegar a los exámenes con mis facultades mentales intactas.

En resumen, no se si esto es una queja realmente coherente, pero me quejo un poco (comedidamente y sin ánimo de molestar a nadie) de haber tenido dos días completamente improductivos

lunes, 11 de enero de 2010

Siberia


Viendo la hora debería haber vuelto "al cole" y estar en una clase en un aula de informática. La verdad es que ya estaba plenamente mentalizada de tener que acudir a pasar frío en una helada facultad cuando ayer sonó mi móvil. Era una compañera de clase que me confirmaba que somos más tercermundistas de lo que me temía.

Siendo una tónica general el hecho de que casi cada año un día haya que suspender las clases debido a las inclemencias del tiempo si hace dos días que no nieva, ¿por qué mi campus es una pista de patinaje de hielo? Parece ser que el resto de la ciudad está aceptable para el transporte y la vida cotidiana, pero el campus en el que se ubica mi facultad (y otras cinco facultades más, además de un super-fashion-edificio-de-servicios-de-nosequé) es Siberia.

La situación de nuestro campus es un poco peculiar, estamos colocados en un monte donde Cristo dio las tres voces. Todo el campus está en pendiente y cuando hace frío y hay un poco de hielo se ven patinazos espectaculares de los que más de una vez he sido protagonista. Como detalle adicional en algunos puntos hay escaleras de piedra pulida. Creo que he enunciado más de una vez esta pregunta, pero ¿quién es el iluminado arquitecto, diseñador o lo que sea que pone esas losetas resbaladizas? Me gustaría conocerlo para hacerlo pasear por sus propios diseños para que compruebe que durante la mayor parte del año ponen la integridad de nuestras posaderas en peligro. Por todo esto, cuando la inevitable ola de frío de todos los inviernos hace acto de presencia y resulta que no se puede echar un poco de sal en la acera la gente se da la gran galleta por las cuestas.

Por todo esto los amables señores del rectorado deciden suspender las clases y avisar con un link sin resaltar en la página de la universidad. Se habrían matado por haberle puesto un cartelito rojo que pusiese "Nuevo" o "Importante"... Entré varias veces en esa página y el link me pasó desapercibido hasta que no me aviso una compañera caritativa. ¡Qué bien el buenrollismo que reina en un nuestra clase!

En conclusión, hoy es un día como han sido los últimos de vacaciones, a medias entre trabajando un poco, distrayéndome en la red. Y eso que ayer habíamos planificado para hoy un día de trabajo, íbamos a reunirnos pronto para poner en común las dudas y los avances que habíamos hecho. Si cuando quieres trabajar y el universo se pone en contra no puedes hacer otra cosa que hacerle caso y quedarte en casa. No puedes ir en contra de la sabiduría del FEM

sábado, 9 de enero de 2010

Se me va la cabeza

Cuando me pongo a estudiar o a hacer trabajos tiendo a hacerlo con música. Estando en la facultad suelo hacerlo con el mp3, pero ahora al estar frente a mi PC con una conexión a internet estoy "colgada" de Spotify. Últimamente me ha dado por ponerme una banda sonora de jazz, hace unos días estaba con Oscar Peterson, ahora estoy con Ella. Aunque Ella no tiene la culpa de que se me haya ido la cabeza, me ha hecho recordar una cosa que siempre he querido hacer y nunca podré.

Estoy enfrascada en un trabajo que a la par de soberanamente aburrido es innecesario. En teoría no debería ser innecesario, pero tanto mi profesor como nosotros sabemos que Bolonia le da cien patadas en los higadillos y que pasa olímpicamente de calificarnos como manda el plan de estudios. Se supone que debería valorar la asistencia a clase, la participación y los trabajos a entregar, pero como solo nos ha mandado un trabajo y no nos ha puesto fecha de entrega todos sabemos por donde se va a pasar nuestro esforzado trabajito. Pues teniendo todo esto en cuenta no me queda otra que de vez en cuando dejar que mi mente vague, porque no es sano estar concentrado demasiado tiempo en una cosa tan tediosa como mi tarea.

Justamente cuando dejé a mi mente corretear por los lugares donde de apeteciera este momento coincidió con la reproducción de Blue Moon. No se si la canción propició el momento de evasión o si fue solo una casualidad de estas del cosmos. Pero en ese momento pensé que si se me concediese un deseo chorra me gustaría poder cantar. Literalmente no es que no pueda es que en realidad deberían prohibírmelo porque como decía mi padre de sí mismo "tengo muy poca voz pero muy desagradable".

Pues eso, que me gustaría ponerme un vestido largo, palabra de honor, de terciopelo granate, con unos guantes de raso negros hasta encima del codo y descalza y tendida en un piano de cola negro poder cantar How about me o Cry me a river. Es una ilusión, moñas como ninguna, pero ¡qué le voy a hacer! la imaginación es libre.