sábado, 7 de marzo de 2009

Apología de la queja

Mis quejas, en concreto las que lanzo a la nada aquí, no tienen finalidad ninguna, no pretendo que nadie me lea y me atienda pero hay ocasiones en las que las quejas si tienen un fin y en las que pueden ser útiles o no. Mayoritariamente las quejas o reclamaciones o no son atendidas o no tienen utilidad ninguna o ambas cosas a la vez por eso cuando surten efecto parece que ha merecido la pena el haber ejercido tu derecho al pataleo.

En estos casos hay una de cal y muchas de arena, o al revés, porque nunca he sabido si en este dicho lo bueno era la cal o la arena. De las veces que me he quejado persiguiendo un fin (no cuento las veces que me quejo por quejarme o porque algo me parece injusto aunque no lo pueda arreglar, que conste que me quejo en la red porque a mis seres próximos los tengo aburridos ya y no se lo merecen) creo que una vez que me han dado la razón y he conseguido algo. Lo cual me hizo sentir muy feliz, porque es fácil ser feliz cuando una compañía te da la razón y encima consigues algo provechoso.

Me quejé ante un atropello de una compañía telefónica, y después de infructuosas llamadas infinitas, de que varias teleoperadoras me dieran la razón pero me dijeran que ellas no podían hacer nada y tras un mail MUY iracundo me hicieron caso, me dieron la razón y me regalaron dinero para llamadas por las molestias. Después de esto le agradezco mucho a las teleoperadoras del call-center su atención, porque son una benditas y que me aguantaron, una de ellas más de media hora intentando solucionarme el problema, aunque yo siempre me porto bien y no les increpo, que se que no tienen la culpa y que están explotadas laboralmente. Pero por esto me regodeo en mi victoria, porque aunque sea nimia yo lo considero una victoria.

De ahí mi apología de la queja, ¡HAY QUE QUEJARSE! porque si yo no hubiera persisitido, no me hubieran dado la razón y me hubiese quedado sin mi satisfacción personal de haber vencido. Eso sí hay que ser amable con el personal, que no se consigue nada maltratando a la pobre persona que está detrás del mostrador o detrás del teléfono, que ellos no tienen culpa ni poder para solucionarte nada al instante.

Habrá quien piense que para una sola vez que me han hecho caso no merece la pena estar quejándose siempre que algo no esté acorde con lo que te han prometido o que te atropellen porque ellos pueden y son grandes y tu eres un simple consumidor. No es así, con el mero hecho de formular la queja ya queda constancia de tu desacuerdo (y a una mala puedes usar la copia por escrito par air a consumo y hacer un poco la puñeta, que igual así si que te hacen caso) ya te estás desahogando un poco y, aunque parezca que no, las pequeñas tiranteces diarias que generan las quejas no formuladas hacen que acumules estress. Yo defiendo la queja como terapia anti estress, pero siempre la queja educada que no es necesario estresar a los demás

2 comentarios:

  1. menudo lio te has montado tu sola XDDD

    ;)

    Dreamslot

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  2. Claro que si, lo importante es que sea educada la queja ,D

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